domingo, 29 de diciembre de 2013

LAS CASAS CUEVA GRANADINAS



A cualquier turista que visite la ciudad de Granada la agencia de viajes le ofrecerá una cena o un espectáculo flamenco en una de las cuevas gitanas del Sacromonte. Para un turista puede ser original y una novedad ver cómo se vivía en una cueva. Sin embargo la arquitectura troglodita, la vinculada a las cuevas, ofrece mucho más, y no sólo una parte patrimonial de la historia de ese lugar sino también un notable comportamiento bioclimático, basado fundamentalmente en la estabilidad térmica que ofrece la tierra.

Es verdad que no todos los que visitan Granada suben al Sacromonte. La ciudad ofrece tal conjunto de maravillas que no queda tiempo para todo. Yo tengo que reconocer que aunque he ido a Granada varias veces al año desde hace mucho tiempo, hasta hace poco no había visitado por dentro las cuevas. Aunque la vista de la Alhambra, “la roja” en árabe, es magnífica desde casi cualquier punto de la ciudad, desde las callejas del Albaicín, desde el paseo de los Tristes, desde la plaza de San Nicolás, o desde las cuevas del Sacromonte cobra una visión especial, la del tiempo congelado.

Tanto en las cuevas del Sacromonte granadino como en las de cualquier otra parte del mundo, las temperaturas interiores no fluctúan prácticamente nada a lo largo del año. En algunos casos, cuando las cuevas son muy superficiales, puede haber algunas ligeras variaciones estacionales, pero siempre de muy pocos grados. En el Sacromonte, las temperaturas de las cuevas van de 15 a 19 °C, debido a la escasez de huecos exteriores y a las condiciones frías del clima de Granada.

A la gente que va por primera vez a Granada esperando calor, pensando que se trata del sur de España, de Andalucía, le sorprende el clima que se encuentran. No voy a decir que ocurre lo mismo que en San Francisco, donde la singularidad de la bahía puede con la generalidad del clima de la costa de California, pero tienen sus similitudes. El clima granadino en verano puede ser muy caluroso durante el día debido a la radiación solar, pero por la noche baja mucho la temperatura a causa de la proximidad de Sierra Nevada. Esta gran fluctuación provoca que la temperatura media del día, y por tanto la de la tierra que rodea las cuevas, sea relativamente baja.

Exteriormente, las condiciones climáticas de la ladera del Darro, donde se asientan las cuevas, es de ambiente seco y muy soleado, lo que favorece la formación de plantas de poca biomasa de tipo xerófilo, como las chumberas y las pitas, la imagen más típica del entorno.


Fig. 1. Aspecto del entorno de las cuevas, con unas pitas en primer plano.


Las cuevas del Sacromonte aportan otro aspecto notable a la sostenibilidad del entorno, su adaptación y respeto al terreno. La humanidad lleva muy poco tiempo sobre la tierra y cuando desaparezcamos habremos ocupado una fracción diminuta del tiempo de vida del planeta. Deberíamos intentar dejarlo como nos lo encontramos, respetando al máximo su orografía. Nosotros mismos seríamos los primeros beneficiados, ya que haciéndolo respetamos la biodiversidad y por tanto los equilibrios ecológicos y la vida en general. Frente a las grandes intervenciones en el terreno, desmontando y rellenado,  deberíamos ajustar nuestro trabajo a lo que la naturaleza nos ofrece.

Estas cuevas no sólo se construyen adaptándose a la orografía sino que también respetan los terrenos fértiles, ocupando las zonas más áridas y estériles. Eso ocurre también en otros asentamientos de la provincia de Granada, como Guadix, Baza-Huéscar o El Marquesado. Todos estos asentamientos sostenibles eran conocidos como covarrones o cuevas de moros.

Pero para construir la cueva también eran necesarios conocimientos técnicos y la capacidad para buscar terrenos impermeables y blandos al pico para facilitar el trabajo. Para localizarlos se recurría al “maestro del pico”, tal y como he leído que se le dominaba en estas tierras.

Fig. 2. Foto antigua de una familia gitana frente a su cueva en el Sacromonte.

Este terreno es en general estable, pero no es fácil de trabajar ya que toda la zona noreste de la ciudad de Granada está constituida por una formación geológica llamada Formación Alhambra. Es un duro aglomerado natural formado por limos rojizo, arenas y dolomía, que es un mineral formado por carbonato cálcico y magnesio. Este aglomerado se formó hace cinco millones de años en Sierra Nevada y se puede observar en su media y baja ladera. Posteriormente, el deshielo provocado por las subidas globales de temperaturas hizo que se deslizara hacia el fondo del valle donde se sedimentó. El aspecto actual de la zona lo dio la erosión creada por los ríos Darro y Genil hace unos 10 000 años.
Fig. 3. Imágenes de unas dolomías.

A lo largo del tiempo he visitado muchas cuevas, porque siempre me ha atraído este tipo de construcciones, y en todas he visto la mano del constructor especializado. El tipo de tierras es diferente en cada caso y la técnica para encontrar el sitio más adecuado, la técnica para trabajar el terreno y asegurar la estabilidad o para obtener la mejor habitabilidad, necesita de un especialista diferente para cada lugar.

Fig. 4. Entrada de una de las cuevas.

Fig. 5. Conjunto de cuevas donde se aprecia la ausencia de huecos al exterior. En otros asentamientos, sí hay posibilidad de abrir ventanas, se abren.

En el Sacromonte, para construir la cueva lo primero que se hace es un corte vertical para generar una plataforma delante de la entrada. Después se hace un corte horizontal que genera la propia plataforma. A continuación se abre el hueco que hará de puerta. Tiene forma de arco y una profundidad de un metro o metro y medio. Con ese espesor se configurará el muro exterior, suficiente como para asegurar una estabilidad térmica total. Interiormente, la altura de las cuevas es baja, en torno a los 2,20 m. Las dependencias tienen una dimensión en planta de 2,50 m a 3,00 m de lado. Los pasos entre dependencias son aún más bajos, no llegan a 1,80 m. La cueva se abre con un simple pico formando un techo abovedado para darle estabilidad estructural. Después de excavar la cueva, se cubre interiormente con una capa de cal de 1 cm aproximadamente, que la aplana ligeramente, blanquea e higieniza. A pesar de esa capa, la superficie interior de las cuevas muestra la irregularidad de la dolomía.

Fig. 6. Imagen de un interior rugoso provocado por la dolomía.

Fig. 7. Zona en la que se ha caído la capa de cal y se puede apreciar el soporte de piedra.

 La cueva en su conjunto está muy protegida del exterior ya que prácticamente sólo tiene una perforación, la puerta. Es muy raro que haya otros huecos, ni ventanas ni chimeneas.

La cueva es múltiple y puede haber otros locales o cuevas laterales o en profundidad dependiendo de las necesidades y las posibilidades de la familia. En general las cuevas del Sacromonte son pequeñas y con pocas dependencias accesorias, y no tienen, en ningún caso, construcciones exteriores.

Fig. 8. Una cueva poco habitual en el Sacromonte con chimenea en la cocina.

 El dormitorio se sitúa al fondo de la cueva, donde la temperatura es la más estable de todas. En medio está la sala y en el frente la cocina, para que pueda ventilarse por la puerta, ya que no es frecuente la chimenea. El suelo habitual es de tierra batida, pero según su nivel económico puede ser de piedra o de baldosas de barro.

Fig. 9. El dormitorio se coloca al fondo, en la zona más protegida, con una cama que ocupa la totalidad de la habitación. También se puede apreciar un pavimento de baldosas de barro.

En ocasiones se construía junto a la casa cueva otra cueva establo, donde se guardaba el ganado y sus aparejos. En ocasiones se unía a la vivienda para aprovechar el calor de los animales. Podía haber también pequeños huecos, que no llegaban a cueva, para gallinas y cerdos. Las de Hafas de Arriba de Benamaurel, ocupadas por mozárabes en el siglo XI, incluían palomar.

 Fig. 10. Aparejos para el ganado en la cueva establo

Las cuevas del Sacromonte más antiguos datan del siglo XV, son las situadas en la parte más baja de la ladera. Las más modernas son de 1940, lo que indica que han sido utilizadas como forma habitual de vivienda hasta hace muy poco tiempo. Son las situadas en la parte más alta de la ladera, en el Barranco de los Negros.

En el interior de las cuevas se celebraban las zambras, que proviene de un término árabe zamra, que hace referencia a una fiesta con música, canto y baile. Las zambras ya se celebraban en la época nazarí, se mantuvieron con los moriscos y han llegado hasta nuestra época como la muestra más auténtica de un flamenco endémico de Granada. Probablemente habrá ayudado a ello  la especial sonoridad de las cuevas, en las que, aunque la forma abovedada del techo no es la más adecuada para distribuir el sonido, su pequeño tamaño da lugar a una acústica muy propia.

Fig. 11. En la actualidad, las cuevas se siguen usando con fines turísticos, aunque también hay residencias que se venden o alquilan.

Andalucía es la región española con el mayor número de casas cuevas catalogadas y en uso. Y dentro de Andalucía, la provincia de Granda se llevaba la palma con más de un tercio de las cuevas ocupadas de España. En los años 60 representaban el 7% de la población de la provincia. También en aquel momento, de todas las viviendas trogloditas granadinas, el 56% estaban en las zona de la Hoya de Baza-Huéscar y el 35% en la Hoya de Guadix, pero era en Guadix donde se daba el porcentaje más alto en relación al conjunto de vivienda de la población, con más de un tercio.

Cuando se dice casa cueva inmediatamente tenemos la imagen de un subproducto, de la forma más básica de un alojamiento, a lo que llega quien no puede conseguir  otro tipo de alojamiento. Y quizá sea cierto, pero también es cierto que, como he comentado antes, estas construcciones tienen un comportamiento bioclimático excepcional.

Pero las cuevas no sólo fueron utilizadas por población sin recursos sino también por población desplazada, gente que huía de un lugar o que era expulsada y que prefería quedarse discretamente cerca del sitio del que se les expulsaban, pero sin llamar la atención, escondidos bajo tierra en cuevas. Es el caso de Guadix.

Es muy probable que el núcleo originario de las cuevas de Guadix correspondiera a la población gitana que acompañaba al ejército de los Reyes Católicos a su llegada a Granada. Pero fue tras la expulsión de los moriscos cuando se produjo la gran explosión demográfica en las cuevas.

Guadix se encuentra en la cara norte de Sierra Nevada, es uno de los asentamientos humanos más antiguos de la península y hoy en día mantiene uno de los barrios de casas cueva más extensos y estables. Las cuevas, situadas en el barrio alto de la población, aunque inicialmente pudieran ser un asentamiento gitano en su gran mayoría fueron construidas y ocupadas originalmente por los moriscos expulsados de Granada. Cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1492, fueron expulsados de sus casas y enviados a los arrabales, y tras la guerra de 1568, incluso de esos barrios periféricos. Los moriscos se asentaron en las cuevas de Guadix, no sólo por la proximidad con Granada, sino para aprovechar la naturaleza blanda y arcillosa del terreno, fácil de excavar y que se impermeabiliza cuando llueve.

Hoy en día estas cuevas están habilitadas con saneamiento, fontanería, electricidad y cualquier otra exigencia actual. La mayoría se encuentran en entornos urbanizados con encintado de aceras, y calles asfaltadas, con número de calle y pagando sus impuestos municipales. Nada más lejos de lo que se podría suponer en una cueva.

El conjunto de cuevas forma un arco que mira al sur y que va del este al oeste. Con esa afortunada o acertada elección se aseguran entradas luminosas y soleadas. El barrio de casas cueva de Guadix está perfectamente integrado en la población y es probablemente uno de los más interesantes que podamos encontrar en España.

La primera vez que lo visité no era un destino turístico. Por las calles no había nadie, no sólo por no ser un destino turístico sino porque era justo después de comer de un día de agosto. Sólo paseábamos mi mujer y yo, lo que debió de llamar la atención de una señora que desde la puerta de su cueva me invitó a visitarla. Naturalmente acepté, no sólo por librarme durante un rato del sol inclemente del verano sino por ver y apreciar  las condiciones interiores de la cueva. Lo primero que me enseño fue su dormitorio para que viera que dormían con manta. Entendía  que esto me tendría que sorprender. Yo puse cara de asombro aunque ya sabía que el frescor de estos espacios haría necesaria la manta. Me contó que durante todo el año la temperatura no se movía de los 18 ºC, al tiempo que me enseñaba el resto de la casa. Al final me contó una historia que no me creí. Sin embargo, años después, hablando con unos arquitectos del Colegio de Granada que habían hecho el inventario de estas cuevas y conocían detalles de ellas y de sus moradores, al relatarles lo que me contó me aseguraron que aquello que me habían dicho era cierto. Lo que me contó aquella señora me recordaba a la pegatina que llevan algunos coches destartalados por detrás: “Mi otro coche es un Rolls”. Nadie se cree que sea verdad. Ella me había dicho algo parecido: “Vivo en esta cueva pero tengo un piso en el Guadix moderno”. A mí me pareció que era una forma de justificar el hecho de vivir en una casa cueva, que lo hacía porque quería, no porque no tuviera más remedio. Sin embargo parece que era cierto. Esta señora se había comprado un piso tras pagar al Ayuntamiento por una licencia y a un arquitecto y un aparejador por su trabajo, y a una promotora y a una constructora, pero cuando llegaba el verano, lo cerraba y se iba a vivir a la cueva. ¿Por qué lo hacía? Porque vivía mejor en su cueva que en su piso, al que para asemejarlo tendría que haberle puesto refrigeración con un sistema de aire acondicionado y gastarse dinero mensualmente en la factura energética. ¿En qué situación quedan los técnicos que han participado en el proyecto de su casa, desde el arquitecto al técnico municipal pasando por el constructor? A la altura del betún, es decir por los suelos. No hemos sido capaces de acercarnos siquiera a la habitabilidad de su cueva en condiciones de verano. Con estos textos intento hacer ver lo importante que es analizar y aprender de la arquitectura popular y no cometer errores en nuestro quehacer actual. 

Fig. 12. Planta de dos cuevas interconectadas dando a la misma placeta. Lo más profundo siempre se usa como dormitorio.

 Las cuevas de Guadix se abren a una placeta. Allí se realiza la vida diaria de la familia, cuando el tiempo lo permite. En esa placeta es donde se excava el pozo para el abastecimiento tradicional de agua a la casa.

Fig. 13. Foto del pozo de una de las casas situado en la placeta.

La primera habitación a la que se accede desde la puerta es el estar o portal, y desde allí, a la izquierda o a la derecha a la cocina, para que pueda tener ventana al exterior. Esta es una diferencia con las cuevas del Sacromonte.
 Fig. 14. Foto de una cocina con la ventana dando a la placeta

Los dormitorios siempre están al fondo, donde no hace falta luz diurna y donde las condiciones térmicas son estables. Como local también excavado o como anexo externo, de haberlos, se colocan el establo, la cochiquera, la despensa y el pajar.


Fig. 15. Los dormitorios siempre están situados al fondo, la zona más protegida y sin ventanas. Suelen ser habitaciones pequeñas donde la cama entra sin dejar casi espacio libre, pero en cualquier caso son mayores que los del Sacromonte.

Los accitanos usaban una técnica similar a la empleada en el Sacromonte para la construcción de sus cuevas. En época romana, Guadix se denominó Julia Gemella Acci, de ahí su gentilicio de accitano. Aunque el terreno no fuera igual, en este caso es mucho más arcilloso, también necesitaban contar con el “maestro del pico”. Tras analizar el terreno, lo primero que hacía era dar un corte vertical a la ladera para crear el plano de la fachada y lo que será la placeta ante la fachada, lo mismo que se hacía en la falda del Sacromonte. Sin embargo, dada la naturaleza más inestable del terreno, en este caso se completaba con otros dos cortes verticales a ambos lados, formando el semicírculo de la placeta, para que actuaran como contrafuertes.



Fig. 16. En estas imágenes se aprecia el corte frontal y los dos laterales, formando un espacio semicircular delante de la cueva, la placeta.

Después se hacía la puerta rematada en forma de arco, ya que no lleva dintel. A partir de ahí la primera habitación, que como el resto tendrá de lado entre 2,5 y 3 m, con bóveda de cañón para repartir los empujes del terreno. Un maestro del pico, Pepe Ruiz, decía: “Los techos planos suponen un peligro en las cuevas, puesto que no distribuyen las cargas hacia los pies. El principio es el mismo que el de las catedrales románicas”. Como se ve, sin formación tenían ideas claras del comportamiento estructural de la cueva, si lo hacían mal se derrumbaban. Otro de ellos, José Rojas, cuantificaba incluso: “… la cantidad de tierra que quede sobre las bóvedas es un elemento que se ha de tener en cuenta, unos 3 metros desde el arco a la superficie del terreno”.  




Fig. 17. Los cortes en la ladera y sus remates están muy cuidados y protegidos. Se encalan las paredes para endurecerlas y se protegen de la lluvia y la escorrentía del agua mediante pequeños aleros rematados con teja curva.

Las cuevas se separan entre 3 y 5 m en planta y entre 3 y 4 m en altura, todo ello para no desestabilizar la tierra y aprovechan perfectamente su inercia térmica. Nunca hay paredes de menos de 1,5 m o incluso de 2,5 m si el terreno no es muy consistente. 

Fig. 18. Las habitaciones son amplias. En esta foto se ve un estar bastante grande. Lo que se ve al fondo es la ventana que comunica esta habitación con un dormitorio, no con el exterior.

En la actualidad hay en la provincia cerca de 22 000 cuevas, en las que en 1990 vivía una población permanente de más de 28 000 personas. Ya en este siglo, algo más de 5 800 cuevas siguen usándose cómo vivienda principal, habiéndose reducido la población permanente a 14 500 personas. Pero no solamente se dedican a uso residencial privado, hay también alguna bodega, algún museo y un número significativo de pequeños hoteles, en torno a 25. Está claro que a la gente le gusta lo mismo que a mí, experimentar con las sensaciones que producen estas construcciones populares. 

Fig. 19. En la foto se puede ver un hotel cueva.

Como decía antes, el maestro del pico era el responsable de la construcción. Contaba con una pequeña cuadrilla de cuatro peones que se iban desplazando de un pueblo a otro de la región para realizar o ampliar las cuevas que se les iban solicitando. Tardaba aproximadamente un mes en terminar una cueva de cuatro habitaciones, si las condiciones del terreno eran las adecuadas, ya que no siempre podía elegir el terreno como les habría gustado. “El terreno tiene que tener la humedad, no mucha, pero si la suficiente para picar, y que se mantenga”, decía el maestro del pico José Luis Rubia. “El terreno debe tener ladera para facilitar la evacuación de las aguas pluviales.”, como decía otro maestro,  José Rojas. 
Fig. 20. Aquí se aprecia otra vez la placeta y como las dependencias adosadas a la cueva se usan para fines menores, en este caso un garaje.

 Recientemente he vuelto a Guadix, también en verano. El barrio es ahora mucho más turístico que la primera vez que lo visité. Pude entrar en más cuevas y medir yo mismo las temperaturas, ver cómo se estructuraban las habitaciones y percibir las sensaciones de  bienestar que aporta está construcción enterrada. Las temperaturas que medí en los puntos más desfavorables, en las habitaciones exteriores en las que hay incluso ventanas para la iluminación, no subía de 20 ºC, cuando afuera se alcanzaban los 34 ºC. Pero incluso en un entorno tan tradicional se pueden perder los buenos hábitos constructivos que podrían dar al traste con su buen comportamiento actual. Algunos recubrimientos exteriores de las cuevas no se realizan ahora con lechadas de cal, sino con lechadas de cemento, lo que les un aspecto grisáceo y una pérdida de transpirabilidad al terreno que tendría que reaccionar a las lluvias absorbiendo agua, reteniéndola e impermeabilizándose internamente al tiempo. Esto ya se lo escuchábamos a un maestro del pico. Cuando llega el verano la evaporación de ese agua ayudará a mantener las bajas temperaturas interiores. Sin embargo, con la lechada de cemento el agua corre por las calles al volverse impermeable el terreno, alterando la estructura natural del terreno y el comportamiento higrotérmico de las propias cuevas. 

Fig. 21. Aspecto del mar de chimeneas de un fragmento del barrio. Sus diferentes alturas están pensadas para asegurar la ventilación.

 La ventilación, junto con la iluminación, son siempre los puntos débiles de las cuevas, sin embargo algunas han resuelto la ventilación de forma muy inteligente. Lo más habitual es crear dos huecos a diferentes alturas para establecer una presión diferente que provoque el movimiento de aire de un hueco hacia el otro y que asegure la renovación.





Fig. 22. Imágenes de los distintos tipos de chimeneas en Guadix. En la última se ve el aspecto que tienen cuando se observan desde dentro.

En el caso de Guadix la ventilación se produce entre la puerta y la chimenea de la cocina, entre los que puede haber unos 6 metros de diferencia de altura debido al desnivel de la colina, sobre la que se ubica la cueva, y a la propia altura de la chimenea. Si el hueco de la entrada es sólo la puerta, de unos dos metros cuadrados, y la salida es la chimenea de 20 por 20 cm, el área efectiva para la ventilación cruzada es de 0,0399 m2. Si los huecos hubieran estado a la misma altura y soplara sobre uno de ellos viento a una velocidad de 1 m/s, el caudal de ventilación habría sido de casi 28 l/s. Al estar a diferente altura los huecos, lo que ventilará será la diferencia de presión que se genera entre esos puntos. En ausencia de viento para una temperatura exterior de 35 ºC e interior de 18 ºC, el caudal habría sido de 62 l/s, más de dos veces que el obtenido con viento pero con los huecos a la misma altura. En estos casos, cuanto mayor es la diferencia de altura entre huecos, mayor es la ventilación que se establece. Si la cueva hubiera tenido tres dormitorios dobles ocupados por seis personas, el Código Técnico de la Edificación español habría exigido 40 l/s, lo que cumplirían estas cuevas. En cualquier caso, el problema no se resuelve con mover esa cantidad de aire, ya que la ventilación no llega probablemente a todos los dormitorios, sino sólo a los que están en el recorrido que media entre la puerta y la cocina donde está la chimenea. Es decir, la mayor parte de las dependencias se ventilan mal.

Fig. 23. En esta cueva se puede ver la gran altura a la que se encuentra el remate de la chimenea en relación a la puerta o la ventana del frente, que serán los puntos entre los que se producirá la ventilación.

 Ese problema también está resuelto en otras cuevas muy interesantes que he podido ver en plena meseta manchega, en el pueblo toledano de Villacañas. Allí no hay desnivel que se pueda aprovechar para la ventilación debido a la planicidad del terreno. ¿Cómo lo hacen? La entrada es en “caña”, mediante una rampa que desciende desde la superficie hasta la puerta situada un nivel por debajo del terreno. Encima de algunas habitaciones, al nivel del suelo por el que se pasea, hay una diminuta chimenea de unos 10 cm de altura protegida de la lluvia por una piedra que se colocará encima cuando llueva. En otras habitaciones hay una chimenea alta, de  unos dos metros de altura. La diferencia de altura entre las bocas de esas dos chimeneas, para unas temperaturas similares a las del caso de Guadix, crea una diferencia de presión y un tiro que provoca una ventilación de 25 l/s entre las dos habitaciones que tienen las chimeneas. La puerta de la cueva no trabaja y podría estar cerrada. Si se ponen esas chimeneas en otras habitaciones la ventilación se asegura en todas las dependencias enterradas.

Fig. 24. Aquí se ven la gran diferencia de altura entre chimeneas para que haya suficiente diferencia de presión entre ellas como para que se establezca la ventilación.

Otra zona de cuevas que fue ocupada por población desplazada, no muy lejos de la tierra granadina, es Matmata, al sur de Túnez. Allí se aposentaron los bereberes que huían de los árabes que estaban invadiendo el norte África camino de España. En esa región George Lucas filmó varias de las películas de la saga Star Wars. De hecho el planeta, Tatooine, toma el nombre de la pequeña población Tataouine, a unos 80 kilómetros al suroeste de la zona de las cuevas.

Yo no sé cuál fue la idea del director cuando filmó Una nueva esperanza, episodio IV, pero a mí me hizo pensar. Como decía, parte de la película la rodó en el sur de Túnez, en la zona de cuevas de Matmata. George Lucas eligió una de las cuevas para usarla como la residencia de los tíos de Luke Skywalker. Allí viven rodeados de androides y de una tecnología avanzadísima en una época en la que los viajes a la hipervelocidad son permanentes en todos los desplazamientos espaciales. ¿No había sido posible construir una edificación de un polímero ultraligero, ultraislante, superprotector, flotando sobre el planeta? Probablemente la respuestas sea sí, pero ellos eligieron vivir en una cueva, en una casa cueva. ¿Por qué? Pues porque a pesar de disponer de tecnología la cueva funciona bien. Por supuesto es todo una teoría, pero invita de nuevo a la reflexión. No se privan de la tecnología pero viven en una cueva.

Fig. 25. Esta es una humilde cueva de Matmata, con la mano protectora de Fátima sobre una puerta. Aquí no hay androides ni tecnología pero la gente sigue habitándolas y haciendo de ellas su morada.

Por supuesto, en la ciudad portuaria de Mos Espa las construcciones son de tierra, lo más adecuado para un clima como el que debe tener el planeta Tatooine, muy seco y cálido. Incluso la madre de Anakin Skywalker, Shmi, vive en un ksour o ghorfa, las construcciones utilizadas en Túnez como graneros fortificados. Se puede ver en La amenaza fantasma, el episodio I. Todo esto es fantasía, e ignoro si George Lucas pensó jamás en ello, pero nos debería hacer pensar.
Fig.26.  Delante de una de las cuevas de Guadix, con una frase de Mies van der Rohe en la camiseta que se adapta perfectamente a este caso: Less is more, menos es más.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho tu blog! Tan informativo! Y lo he encontrado en hora buena porque hemos comprado una casa cueva en Galeras.

    Nos gustaria extender nuestra cueva un poco, a ver como lo vamos a hacer! ;)

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  2. Hemos comprado una casa cueva en la Rioja, necesito unos consejos para ampliar,hasta donde ,como, alguien puede ayudarme? Gracias

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